sábado, 30 de marzo de 2013

Pesadilla.


Que dan igual las corazas. Que probablemente te de igual todo el daño, toda la rabia y todas las horas intentando aguantar. Que aunque te sorprenda, él está por encima de todo eso. No sabes ni cómo, ni porqué, pero lo está.
Y tienes tanto miedo; tanto que amenaza con destruirte. Miedo a que él haya empezado a verte con otros ojos. A que empiece a mirarte como si no quedase nada. Porque sabes que el día en que lo haga, que realmente te mire así, no podrás soportarlo.
Que en el fondo sabes que con sólo una palabra suya, sólo una, podrías congelar el infierno por y para él.


Ella ni siquiera sabía qué decir. Sentía una presión en el pecho que le impedía respirar con normalidad. Hubiera matado por tenerle delante. Poder hundirse entre sus brazos y prometerle la eternidad. Se sentía tan, tan pequeña que se asustó. Se dio cuenta de que le necesitaba para sentirse fuerte. Que sin él, lo que antes parecía brillante, reluciente y lleno de vida, ahora se marchitaba desesperado en un rincón. Quiso suplicar. Rogar. Pero no conseguía articular palabra. Lo intentó con todas sus fuerzas. Un susurro. Dos palabras.

_Lo siento.






Quiero lo de antes. Por favor.

domingo, 24 de marzo de 2013

It's been too long.

No quiero que llegue el momento en que decida que es demasiado tarde. Que pesa más lo malo. Las discusiones. Los condicionales. No quiero tener que decidir que es una apuesta demasiado arriesgada. Que no me compensa. No quiero, pero me fallan las ganas y la paciencia.  La misma  paciencia que yo creía infinita se ha cansado de aguantar. Y de verdad que no sé qué agota más, si intentar apagar el rugido dentro de mí que me pide una tregua, una retirada a tiempo para colocar tiritas en todas las heridas e intentar salvar lo poco que queda intacto, o esperar que seas tú el rugido que me despierte cada mañana. 

Me consume el intento desesperado por escribir nuestro prólogo, cuando sé perfectamente que el epílogo aúlla lastimero en un rincón. Un epílogo que no lleva mi nombre, ni mis colores. Un epílogo que no nos merecemos y que tú has decidido firmar. 

Es triste y es que el día que tú quieras leernos, yo no voy a querer escribirnos. 


_Quiero que seas feliz. 
Deseé percibir ironía en su voz. Lo deseé con todas mis fuerzas. Rogué que no fuera capaz de ser tan sumamente egoísta de decirme eso. No ahora. No cuando él ya no podía ser parte de ello.
Supe de inmediato que se había dado cuenta de lo que estaba pensando.
_Aunque sea con otra persona._ continuó.
Deslizó su mano por mi mejilla. Cerré los ojos y escuché su voz en un susurro. 
_Aunque me destroce que no sea conmigo.

La realidad me explotó en la cara. 


Tarde. Tarde. Tarde.

viernes, 15 de marzo de 2013

For all the time.

A pesar de todo, hay cosas que nunca te dije. Que por una razón o por otra, se quedaron clavadas en mí.

Como por ejemplo, que hay días en los que se me hace imposible. Me resulta imposible no acabar desquiciada. Por ti. Por mí. Por lo que pudo ser. Por lo que, probablemente ni tu, ni yo, queremos admitir que ya no es. 
Que yo también echo de menos no verte despertar en mi colchón y que me comen los celos. Que sería muy capaz de apostarlo todo por nosotros y me destroza pensar que a ti te da demasiado miedo perder.

Y que nos echo demasiado de menos. Y que quiero que vuelvas. Aquí, conmigo. Y ser nosotros otra vez.




_Vuelve.
Fue un susurro. Un suspiro. Una súplica desde lo más profundo de mi necesidad.
_¿Quieres que vuelva?
Pude verlo. El dolor en el tono de su voz. En la forma en la que lo dijo. Era real y entonces lo comprendí. Él no lo sabía. No sabía hasta qué punto le necesitaba. Hasta qué punto le echaba de menos. No podía culparle por ello. Nunca me permití decírselo. 
_Sí.

No volvió. Supongo que lo comprendí demasiado tarde.



Es complicado.