lunes, 27 de junio de 2011

Oh children.

Sabe cómo corromperte. A ti, a tus mañanas de domingo y a vuestras caricias de mediodía. Es el único que sabe por qué te gusta cuando llueve muy fuerte o por qué te dan miedo las despedidas. Es el que escucha tus latidos aunque esté en la otra punta del mundo. El que reconoce tus suspiros por que los ha llevado anclados en su espalda durante meses.



_Dime que quieres estar sin mí y me iré. Sin más.
Sus dedos jugaban con mi pelo. Quería gritarle que se fuera de allí. Que sin él sería todo mucho más fácil. Que no le necesitaba. Y sin embargo solo pude susurrar dos palabras.
_No puedo.
Me sonrió. No fue una sonrisa tímida, ni tierna. Tampoco fue cálida. Era satisfacción lo que se dibujaba en ella. No quería estar conmigo pero tampoco iba a perderme. Me odié.



Nuevos horizontes.

viernes, 10 de junio de 2011

When it's enough.

Días en los que quieres congelarte en tu cama y que el mundo se calle para que puedas pasar sola el duelo que te corroe por dentro.
Días en los que nada encaja. Ni el sol está en su sitio, ni el aire, ni su piel. Hibernarías con gusto si tu conciencia te dejase, pero no lo hace. Insiste una y otra vez en que no hiciste lo correcto. Que te rendiste antes de tiempo sin presentar batalla. Y a ti eso te destruye por dentro. Por que si dejaste de luchar no fue precisamente porque te dio la gana. Dejaste de luchar porque perdiste todas las razones que tenías para hacerlo y creíste que el dolor del pecho se apagaría con una estación o dos.
Hoy el dolor es más intenso que nunca y se niega a abandonarte. Se niega a dejar que olvides cada herida como si las cicatrices no fueran suficiente.



Él la miró con dulzura. Tanta que a ella se le incrustó en el alma y ya nunca más pudo sacarla de allí.




Hoy es así.

jueves, 2 de junio de 2011

Learn.

Morderle el culo a tus malos días y burlarnos juntos de los míos. Agarrarme fuerte a tu forma de ver la vida, a tu capacidad de dejarme el corazón en vilo cada vez que te vas. Romper mis dudas con tus brazos. Olvidarme de que nunca podré hacer todo lo que pueda para que te levantes cada mañana con una sonrisa. A mi lado.


_Pareces feliz con él.
Me sonrió. No fui capaz de verle venir. Me puse a la defensiva.
_Lo soy.
Sonrió aún más.
_He dicho que lo pareces, no que lo seas.
_No me importa lo que pienses.
_Has aprendido a mentir.
Empezaron a aparecer las primeras fisuras en mi coraza. Me supliqué a mi misma que me mantuviera firme. Se acercó a mi. Me di la vuelta, no soportaba verle tan cerca. Me abrazó y me temblaron las piernas. Susurró en mi oído.
_Puedes intentarlo cuanto quieras. Él siempre me dirá la verdad.
Allí, debajo de su mano y dentro de mí, mi corazón latía frenético. Gritándole que siempre será él.





Infinito.