viernes, 20 de agosto de 2010

Timeless.

¿Qué haces cuando ya ni siquiera te reconoces frente al espejo?Cuando ya no te quedan razones, cuando te das cuenta de que la única razón por la que se regía tu vida se ha evaporado sin más. Sin dejarte una pista, un aliento. Sólo recuerdos. Recuerdos que necesitas extirpar de ti ya.


_Necesito alejarme de ti, desintoxicarme.
Me acarició la cara con dulzura.
_Si realmente es lo que necesitas...adelante.
En ese instante tuve miedo. Un miedo atroz que me devastó por dentro.
_¿No...no piensas decirme nada?_murmuré.
Se sorprendió.
_¿Qué quieres que te diga? Si es lo que necesitas, yo no voy a impedírtelo.
Me quedé callada, intentando mantener las lágrimas a raya.
_¿Qué quieres que te diga?_repitió mirándome a los ojos.
_Pídeme que me quede. Pídeme que esté aquí contigo para siempre. Por favor.
Me abrazó con fuerza.
_Nunca podría pedirte eso, aunque me muera de ganas de suplicarte que no me sueltes nunca. Sería demasiado egoísta. No puedo hacerte eso._ me susurró.
_Por favor._repetí con un hilo de voz.
En ese momento, pronunció cuatro palabras. Cuatro. Esas cuatro palabras me devolvieron todos los latidos que mi corazón creía perdidos.
_Quédate conmigo para siempre.




Algún día.

domingo, 15 de agosto de 2010

Loved.

Ya ni siquiera eres parte de mí. Son ya pocas, muy pocas, las veces que el corazón me suplica por ti. El tiempo va borrando la huella que dejaste en mi piel y el sonido de tu risa cada vez parece más lejano. El aire, el cielo e incluso el sol parecen sonreírme, como si quisieran regalarme su aliento, como si quisieran hacerme entender que ya no vives en mí. Y yo me lo creo. Me lo creo hasta que me descubro escribiendo sobre ti por enésima vez. Como si escribiendo sobre nosotros el pasado se materializase ante mí, cicatrizando todas y cada una de mis heridas.


_¿Ya no me quieres?
_Ése es el problema.
_¿Cuál?
_Que yo nunca te quise.
Aguantó el golpe como pudo, tiró su orgullo por la borda e intentó recomponerse.
_Yo puedo hacerlo por los dos. Por nosotros.
Piedad, suplicó para sus adentros, por favor, piedad. Apiádate de mí, del amor que siento y que nos hace ser nosotros.
_No puedes hacerlo. Nadie puede hacer eso. Fuiste tú quien inventó ese nosotros que nunca existió.



Una y otra vez.

lunes, 9 de agosto de 2010

Pretend.

Podría jugarme el pescuezo, la vida y el corazón. Sería capaz de apostar todo lo que tengo. Te preguntaría si es cierto y tú me mentirías diciendo que no. Yo masticaría tu mentira, la convertiría en una excusa perfectamente válida y me entregaría a ti. Sólo tras un nuevo amanecer sería capaz de verte tal como eres. Sólo mentira y engaños.





_Te gusta._dije sonriendo.
El poco color que quedaba en su rostro se esfumó al instante. Enseguida se recompuso.
_¿Pero qué dices?
_Que te gusta._repetí.
Su rostro adoptó una expresión neutra.
_No sé de dónde has sacado eso.
Una extraña rabia empezaba a invadirme.
_Te conozco de sobra como para saberlo. Y además, no lo niegas.
Él me miró.
_No tengo ni que negarlo. ¿Por qué crees que me gusta? No lo entiendo.
Su mirada reflejaba confusión y por un segundo creí que me confundía. Creí que eran únicamente imaginaciones mías. Me armé de valor.
_Sé que te gusta por cómo la miras.
Se sorprendió.
_¿Ah si? ¿Y cómo se supone que la miro?
_La miras como me mirabas a mí antes.
En ese instante no tuve dudas. Su mirada me lo dijo todo. Yo tenía razón.
Crash.





Suerte.

martes, 3 de agosto de 2010

Runaway.

No quiero que me toques con esa ternura hipócrita que ni siquiera me corresponde. No quiero tener que cerrar los ojos mientras otros susurros tratan de extirparte de mi interior. No me gusta no controlar esto y me mata el no poder arrancar de ti todo lo que no pudimos ser. Me mata no poder regalarte nuestro futuro.



_¿En qué piensas?_le preguntó.
Ella se quedó callada. Ni ella misma lo sabía.
_En cosas...supongo._susurró.
Notó sus ojos observándola.
_Dime.
Ella sonrió en la oscuridad.
_En que echaba de menos esto.
Se incorporó ligeramente y su mirada la atravesó.
_¿El qué?
_A ti.
Él carraspeó, se incorporó aún más y sus miradas se encontraron.
_Tú no...no...bueno...no sentirás lo mismo que antes ¿no?
Ella casi sintió deseos de romper a reír. Casi.
_No, por supuesto que no.
Él suspiró aliviado y sonrió. Ella se armó de valor y preguntó.
_¿Y si fuera así?
_Sinceramente espero que no sea así.
El corazón de ella se encogió.
_¿Por qué?
_Por que ahora es todo mucho más fácil.
Él se acercó y la besó. Ella, casi sin quererlo, le devolvió el beso.



Una vez más.