sábado, 27 de noviembre de 2010

Wrong time.

Nunca me han gustado las condiciones. Ni ponerlas ni que me las impongan. Y sin embargo, estoy acostumbrada a sufrirlas. Tú mismo fuiste una condición. Todo estaba bien si tú estabas bien. Nunca importó que yo me desgarrara por las esquinas. Nunca te importó. Aunque...¿sabes qué? Quizás el problema no fuera ése. Quizás el problema era que a mí tampoco me importaba.





_Nunca me han gustado las condiciones. _respondí con frialdad.
Noté cómo me observaba durante un minuto que se me antojó eterno. Decidí no levantar la mirada del suelo.
_¿Y si nos olvidamos de ellas?_me susurró.
El cosquilleo de mi estómago se hizo más intenso.
_No serías capaz.
Levantó mi cara poniendo un dedo sobre mi barbilla. Mis ojos quedaron a la altura de los suyos. Empezaba a ser demasiado para mí.
_Por ti sería capaz de suplicarle a la luna que brillase sólo para ti.



Que ni quiero que vuelvas ni quiero que te vayas.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Rootless tree.

Olvida mis sollozos de medianoche, olvida los malos días, olvida también todos los terremotos que nos sacudieron, la forma tan estúpida que tenías para hacer que el cielo se resquebrajara por mí, olvida los reflejos de los semáforos en la carretera mojada y en tu piel.
Olvídalo. Quiero nuestros recuerdos sólo para mí.



_No eras así. _escupió.
Me pilló por sorpresa pero supe recomponerme.
_No, claro que no. _respondí con tranquilidad.
_Me gustabas más antes. _susurró acercándose a mí.
_¿Cuándo?_ pregunté mirando al suelo.
Él se acercó más, matando la distancia entre los dos. Rozó su cara con la mía y me susurró al oído algo que sigo teniendo clavado dentro de mí.
_Cuando tenías el corazón roto por mí.



Déjame fuera de esto.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Holding.

¿Sabes? Me da hambre de ti ver cómo te despeinas con la mano cuando algo te preocupa. Me pasaría siglos cazando todos los lunares que escondes en la piel.



_Déjate de tonterías.
Le miré sorprendida.
_¿Por qué?Sólo te estaba diciendo que...
Me interrumpió mientras me miraba a los ojos. Por un instante me flaquearon las fuerzas.
_Tonterías. Estabas diciendo tonterías que no quiero escuchar.
Me dolió el corazón de una forma que no me gustó.
_¿Te parecen tonterías lo que digo?No tienes por qué escucharme. Nadie te obliga.
Su mirada se volvió mucho más intensa. Me sujetó las manos y pude sentir un calor que creía olvidado.
_Claro que quiero escucharte. Quiero escucharte durante el resto de mi vida. Aunque no tengas nada que decir. Pero no quiero escuchar esto.
Parpadeé.
_No te entiendo._ murmuré.
Se acercó más a mí y su olor se confundió con el mío.
_No quiero escuchar que es él quien te ve dormir cada mañana.
Desmontó todas y cada una de mis defensas. Tocó mi corazón.




Nunca.