Suenan dos acordes de esa canción y vuelves a mí. Una y otra vez. Sin poder evitarlo. Sin querer evitarlo.
Él me miró. Por un segundo temí que no encontrase respuesta. Temí no ser la única que no sabía por dónde seguir. Me aterrorizó que a él no le quedasen razones.
_Por favor..._ susurré.
Me abrazó. Me estrechó contra él y pese a todo me sentí segura. Segura como antes. Como cuando sus brazos eran mi dique, mi salvavidas.
Deshizo el abrazo pero me mantuvo a centímetros de él. No pude pedir más que verme reflejada en sus ojos para siempre. Él habló en un susurro, acercándose a mi oreja.
_Mi razón eres tú.
Siempre tú.