Él es tu escondite secreto, donde te ocultas del mundo, donde todo es tan fácil como tú quieres que sea. Él es lo que permanece siempre. Es tu coartada. Él es quien sopla cuando el aire empieza (simplemente empieza) a ser escaso. También es a quien recurres cuando todo está mal o cuando sientes que la cabeza te va a estallar. En un suspiro te das cuenta de que él es tu chaleco salvavidas.
_Empiezo a ahogarme. _susurró.
_Hace mucho tiempo me ofrecí a respirar por ti._ dije con un hilo de voz.
Me sonrió y se acercó a mi. Me sujetó por la cintura. Me desasí de él en ese mismo instante.
_He dicho "hace mucho tiempo". Creí que iba a ser capaz de ponerte el mundo a tus pies toda la vida. Es obvio que me equivoqué.
Le dejé allí con el corazón roto. No me dolió. Él mío todavía sangraba rabia.
Todo por no ahogarte.