sábado, 30 de marzo de 2013

Pesadilla.


Que dan igual las corazas. Que probablemente te de igual todo el daño, toda la rabia y todas las horas intentando aguantar. Que aunque te sorprenda, él está por encima de todo eso. No sabes ni cómo, ni porqué, pero lo está.
Y tienes tanto miedo; tanto que amenaza con destruirte. Miedo a que él haya empezado a verte con otros ojos. A que empiece a mirarte como si no quedase nada. Porque sabes que el día en que lo haga, que realmente te mire así, no podrás soportarlo.
Que en el fondo sabes que con sólo una palabra suya, sólo una, podrías congelar el infierno por y para él.


Ella ni siquiera sabía qué decir. Sentía una presión en el pecho que le impedía respirar con normalidad. Hubiera matado por tenerle delante. Poder hundirse entre sus brazos y prometerle la eternidad. Se sentía tan, tan pequeña que se asustó. Se dio cuenta de que le necesitaba para sentirse fuerte. Que sin él, lo que antes parecía brillante, reluciente y lleno de vida, ahora se marchitaba desesperado en un rincón. Quiso suplicar. Rogar. Pero no conseguía articular palabra. Lo intentó con todas sus fuerzas. Un susurro. Dos palabras.

_Lo siento.






Quiero lo de antes. Por favor.

1 comentario:

  1. Lo que me gusta de tu blog, es que cada entrada esta cargada de sentimientos. Sentimientos tuyos que logro apropiarme (en el buen sentido), incorporar como mios. Se sienten tus entradas y eso me encanta.

    Besos agridulces :)

    ResponderEliminar

Mirada