Me mordí la lengua con fuerza. No quería estallar y mucho menos decir algo de lo que me fuera a arrepentir.
Me miró y soltó un gruñido de exasperación. Caminaba de un lado a otro de la habitación mientras yo permanecía sentada en la cama. Aguantando las ganas de ponerme a chillar como una histérica. Aguantando todo lo que había sentido hasta ese momento.
Él pareció serenarse. Se puso de cuclillas frente a mí, mirándome a los ojos.
_Explícame por qué lo haces. Por qué eres así conmigo. _me susurró mientras me rozaba la cara con la mano. _Por favor. No consigo entenderlo.
Parecía a punto de derrumbarse. Mi corazón aflojó un poco. Le devolví la caricia mientras él apoyaba su cabeza en mis rodillas. Le sentí vulnerable.
_Por que no puedo quererte así. ¿No lo entiendes?_murmuré con un hilo de voz.
Pude notar sus lágrimas humedeciendo mi piel. Le levanté la cara sujetando su barbilla con mi dedo índice. Su rostro quedó a centímetros del mío.
_No puedo quererte tanto como para llegar a odiarte. No puedo.
Te equivocas.