Ya ni siquiera eres parte de mí. Son ya pocas, muy pocas, las veces que el corazón me suplica por ti. El tiempo va borrando la huella que dejaste en mi piel y el sonido de tu risa cada vez parece más lejano. El aire, el cielo e incluso el sol parecen sonreírme, como si quisieran regalarme su aliento, como si quisieran hacerme entender que ya no vives en mí. Y yo me lo creo. Me lo creo hasta que me descubro escribiendo sobre ti por enésima vez. Como si escribiendo sobre nosotros el pasado se materializase ante mí, cicatrizando todas y cada una de mis heridas.
_¿Ya no me quieres?
_Ése es el problema.
_¿Cuál?
_Que yo nunca te quise.
Aguantó el golpe como pudo, tiró su orgullo por la borda e intentó recomponerse.
_Yo puedo hacerlo por los dos. Por nosotros.
Piedad, suplicó para sus adentros, por favor, piedad. Apiádate de mí, del amor que siento y que nos hace ser nosotros.
_No puedes hacerlo. Nadie puede hacer eso. Fuiste tú quien inventó ese nosotros que nunca existió.
Una y otra vez.
Wow, me encanto lo que escribiste.
ResponderEliminarCreo que ha pasado mucho tiempo desde que leí un blog con el que me sintiera en realidad identificada.
ResponderEliminarTe sigo!