Pude ver en su rostro el rastro de la tortura que aún hoy le suponía recordar aquello. Siguió hablándome.
_Cada mañana, cuando a penas era consciente de que mis pupilas le daban los buenos días a la mañana, ella se aferraba a mí y me susurraba que me necesitaba.
Su voz se quebró. Necesitó unos segundos para recomponerse.
_A pesar de que era una chica de costumbres, un día dejó de hacerlo. Esa costumbre se marchitó. Simplemente dejó de existir. Y aunque seguimos muchos años más, nunca pude dejar de pensar que ella no quiso necesitarme más.
Uno no puede huir de sus propios fantasmas.
Oh Dios, me ha matado, que hermoso. T.T
ResponderEliminarY cuanta razón en realidad... pfff.
Gracias.
Qué hermoso. Quizás todo empezó a fallar cuando ella perdió aquella costumbre. Qué bonito que esas costumbren enamoren a otra persona, ¿no?
ResponderEliminarUn beso ^^
Otra vez, como no, siempre me sorprendes, ya lo sabes.
ResponderEliminarUn beso enorme. :)
Me encanta como te expresas y los temas de los que escribes. Aquí tienes una nueva seguidora. Un beso!
ResponderEliminarEres increible. Felicidades por tu blog.
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