lunes, 16 de noviembre de 2009

Blood.






Respiras. Lento. Dejando que el aire te acaricie los pulmones. Te tocas el pelo con suavidad, con delicadeza, como si con cualquier movimiento brusco pudieras romperte. Como si tu fragilidad se mostrase en todo su ser.
Hoy, entre sus brazos, te come el orgullo y tienes ganas de mostrarte soberbia e indiferente. Tan soberbia, orgullosa e indiferente como él lo ha sido contigo. Pero no. Quizás otro día. Quizás mañana lo consigas porque hoy...aferrada al contacto de su piel con la tuya...las fuerzas te fallan. Una vez más.














_Antes no eras tan orgullosa.
_En algún momento tenía que aprender a serlo.
Me miró con una expresión sarcástica dibujada en el rostro.
_¿Sabes lo que creo?
_Sorpréndeme.
_Que no eres ni la mitad de orgullosa de lo que te gustaría ser. Ni la mitad de orgullosa como para poder olvidarme.
Sonreí.
_Me sobra orgullo para hacerlo. Créeme.
Le dejé allí, con la sombra de la duda reflejada en el rostro.












Me hierve la sangre sin poder evitarlo.


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Mirada