jueves, 19 de noviembre de 2009

Extrañas situaciones.

(...)

Ansia
de irse dejando atrás
anécdotas, vestidos y caricias,
de llegar,
atravesando todo
lo que en ti cambia,
a lo desnudo y a lo perdurable.

Y mientras siguen
dando vueltas y vueltas, entregándose,
engañándose,
tus rostros, tus caprichos y tus besos,
tus delicias volubles, tus contactos
rápidos con el mundo,
haber llegado yo
al centro puro, inmóvil, de ti misma.
Y verte cómo cambias
-y lo llamas vivir-
en todo, en todo, sí,
menos en mí, donde te sobrevives.


La voz a ti debida. Pedro Salinas.









Cuando quiera darme cuenta, habrá desaparecido.
Al fin.





Hecho autobiográfico.

_¡Chica, chica!
Silencio.
_¿Puedo contarte un secreto?
Al silencio se sumó una mueca de curiosidad.
_Que sepas que me has alegrado el día.
Silencio. La mueca de curiosidad se transformó en desconcierto.
El desconocido sonrió ante mi asombro.
_Chica me voy que tengo prisa. ¡Y gracias!
Y allí me dejó. Con la boca abierta y el corazón un poquito más contento.
Él también me había alegrado el día.

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